jueves, 19 de marzo de 2009

QUÉ TRAE TU BEBÉ AL NACER
Un niño que nace, trae muchas cosas con él, una identidad, una cultura, un nombre, una familia, una herencia que abarca desde el color do los ojos hasta ropita y juguetes.
Antes se creía que el niño no traía ningún tipo de posibilidad de iniciativa, el niño nacía ciego y sordo, y no interactuaba con el entorno.
Hoy se sabe que no es así, el niño nace con la posibilidad de captar información sensorial y hasta tiene preferencias a este nivel. Es decir que el niño desde que nace recibe, procesa y responde a los mensajes provenientes del medio.
Los sentidos que todos conocemos son la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, sin embargo hay uno más, se trata del equilibrio. Los sentidos le darán al bebé información proveniente del exterior, y ante esta responderá, primero de manera refleja y luego por propia iniciativa.
Visualmente el bebé prefiere los rostros humanos, ¿qué rostro? No mamá, no sólo el tuyo, sino cualquiera. De los objetos que les acercamos procesará la información que se relacione con el rostro: contrastes de brillo y opacidad, de relieves y profundidades, el blanco y el negro, el color rojo. Por eso los juguetes para bebés tienen esas características.
Auditivamente también tiene sus predilecciones, prefiere los sonidos agudos, y entre ellos la voz humana. ¡Ahora sí! ¿Qué voz prefiere tu bebé al nacer? Por supuesto la voz de la mamá, te viene escuchando desde la pancita, y si bien tiene mucho por conocer, tu voz le da seguridad, lo calma y lo motiva.
Olfativamente el bebé nace muy sensible. En nuestra civilización el olfato no tiene ningún tipo de valor comunicativo, un perfume rico o un olor desagradable no nos informan más que eso, ocultamos los olores provenientes de nuestro cuerpo y compramos fragancias que hablen por nosotros. Cachorros de otras especies obtienen mucha más información por medio del sentido del olfato, incluso lo siguen desarrollando para la supervivencia. Sin embargo un bebé humano puede reconocer a su madre por medio del olfato ya al quinto día de vida, y se calma al acercarse a ella.
También el gusto está mucho más predispuesto a la estimulación que en un adulto. Pero además, el reflejo de succión le asegurará la vida, ya que se alimentará gracias a éste. Pronto el bebé descubrirá que es capaz de conocer el mundo por medio de su boca y obtendrá no solo alimento sino placer. El bebé no sólo succiona cuando tiene hambre si bien este reflejo está mucho más vivo cuando es así. Succiona ante cualquier estímulo que se acerque a su boquita dado que no es algo voluntario, es decir no lo puede dominar.
Con respecto al tacto, sabemos que el niño es mucho más sensible también. Puede no sólo calmarse por medio de éste sino recibir mensajes del cuerpo de quien lo sostiene. Siempre se dice que los bebés son “esponjitas” que perciben nuestras emociones, que si estamos nerviosos él se da cuenta. El cuerpo habla y a los bebés no se los puede engañar.
Hay un sexto sentido, se trata del sentido del equilibrio. Este nos informa dónde nos encontramos en el espacio, y dónde cada parte de nuestro cuerpo. Estimulamos este sentido por medio del mecimiento y por medio de juegos corporales, como hamacar, lanzar al aire, en los cuales el padre o un hombre de la familia juega un rol protagónico.

Lic. Valeria Rochistein
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