martes, 18 de enero de 2011

Desmitificando el instinto materno.


Cuando nace un bebé. La mamá TIENE que saber por qué llora. Si llora de hambre, de sueño, de frío? Eso dicen...


La mamá está llena de amor, pero también llena de dudas y de otras cosas, como cansancio. Y escasa de tantas, como tiempo. De pronto todos saben acerca del bebé menos ella, que se supone que es la que más lo conoce.


La verdad es que cuando un bebé nace, no tiene un llanto diferente para cada necesidad, llora por reflejo, es decir que llora de manera involuntaria, no es para comunicar, sino que lo hace sin proponérselo como respuesta a la excitación que le producen el malestar de sensaciones (nuevas) como el hambre, el sueño, el frío, el vestido y desvestido.


Es decir el bebé llora prácticamente por todo, no sólo por hambre.


El primer tiempo del bebé es de conocimiento mutuo, vamos probando qué necesita, y vamos satisfaciendo sus necesidades, y así conociéndolo. El llanto se va diferenciando. Ya no llora igual para todo, y ahí sí, el llanto se hace código, como si nos dijera qué quiere.


PERO, tranquila, a veces llora por llorar, y nuestra omnipotencia vuelve a caer.


A ser madre se aprende en la marcha, y lo cierto es que mamá y bebé aprenden juntos.